Pasar de la energía de obligación a dar desde el corazón
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Valoras la generosidad y sueles dar desde el corazón con fluidez y facilidad. Sin embargo, hay ocasiones en las que notas que te estás conduciendo por un sentido de obligación. Sientes tensión y luego resentimiento. No quieres seguir con esta actitud, pero no encuentras la salida. ¿Cómo puedes volver a conectar con el deseo de dar de corazón?
Vamos a abordar tres elementos esenciales para el dar de corazón: elección, duelo y aceptación.
Elección
Cuando tienes confianza en tu capacidad de elegir, puedes dar con autenticidad. Conoces tus límites y confías en ellos. Conoces la diferencia entre dar para ganar aceptación o amor (o buscando paz y armonía) y dar porque quieres participar en el flujo de la vida.
La confianza en la elección puede bloquearse cuando la utilizas como estrategia para establecer la identidad. Cuando vinculas tu identidad a determinadas condiciones, puedes desarrollar (conscientemente o no) estrategias trágicas para perseguir el dinero, el estatus, el éxito, la aprobación de la sociedad, el coincidir con ciertas normas o ideologías, desde una sensación de urgencia o de “no tener otras opciones”, a costa de las necesidades propias o de las otras personas. Cada vez que eliges identificarte con una estrategia – es decir, decidir que lo que eres se puede basar en una cosa, una regla, un rol o un punto de vista – creas barreras que dificultan el acceso a la elección consciente, lo que te expone a la percepción de obligación y al resentimiento.
Por ejemplo, si te identificas con ser o querer ser una “buena mamá” (un concepto subjetivo y ficticio, dicho sea de paso), probablemente te acerques a las actividades que asocias con ese rol (como cocinar, ayudar con los deberes, incluso jugar con tus peques) con cierta energía de obligación, con una creencia limitante de que “no tienes opción, pues de no hacerlo te convertirías en una “mala mamá””.
O tal vez te identificas o quieres identificarte como una persona de excelencia en su trabajo o en los negocios. Ante esa identificación, tal vez aceptes más carga laboral de la que realmente puedes asumir o llenes tus días y fines de semana con trabajo o reuniones con clientes y colegas de manera automática, terminando con una sensación de sobrecarga y obligación.
En esas situaciones, pierdes la conexión con tu capacidad de elección y con el dar (tu energía, tu trabajo, tu presencia) desde el corazón, viviendo la vida desde tus valores.
He aquí dos maneras de examinar cómo podrías estar organizando tu experiencia de elección y qué cambios podrían ayudarte a acceder a la auténtica generosidad.
En un diario o en compañía de alguien de confianza, responde a la pregunta: «¿Quién soy?». Responde rápidamente sin pensarlo. Responde continuamente durante un minuto. A continuación, revisa tu respuesta sin juzgarla. Observa con qué te has identificado inconsciente o conscientemente. ¿Cuáles de estas identificaciones te dan un sentido de movimiento y agencia o empoderamiento, y cuáles te bloquean? ¿Qué actividades o acciones surgen en ti asociadas automáticamente con estas identificaciones? ¿Cómo podrías empezar a cambiar aquello con lo que te identificas de manera que sirva para la vida?
A continuación, pregúntate con qué te gustaría alinear tus elecciones en relación con la actividad de dar u ofrecer tu presencia y tu energía a través de tus acciones. ¿Qué valores tuyos son consistentes en medio del flujo siempre cambiante de sentimientos, pensamientos y necesidades? En otras palabras, ¿a qué quieres dedicar más profundamente la energía de tu vida? ¿Tu vida se centra (o te gustaría que se centrara) principalmente en torno a la bondad y el amor? ¿Es más en relación a la compasión o la sabiduría? ¿El servicio y la inclusión? ¿La equidad? ¿La aceptación? ¿O se trata de alguna otra cosa? Identificando los valores en los que realmente quieres vivir, podrás guiarte por ellos para elegir conscientemente tus acciones y palabras. A medida que sientas la inspiración de comprometerte con algo más grande que tu persona a través de alguno de tus valores fundamentales, descubrirás que la elección vive cada vez más en ti desde un verdadero sentido de libertad y generosidad.
Duelo y aceptación
El duelo y la aceptación son mejores amigos, y abren el camino a sus otros amigos: la alegría, la compasión y la acción sabia. En el momento en que dejas de lado sin atender un sentimiento, una necesidad, un sueño o cualquier experiencia para pasar a la siguiente, acumulas un poco de inercia o estancamiento en tu cuerpo y en tu energía. Tus experiencias se atascan alrededor de este bloqueo, y éste se vuelve más denso a medida que continúa la acumulación.
La experiencia está hecha para fluir, cambiar y evolucionar. Recuerda un momento observando un arroyo de montaña. Observa cómo el agua se abre camino una y otra vez alrededor de piedras, ramas y hojas. La vida está hecha para fluir como el agua, rebosante de vitalidad.
El duelo y la aceptación mantienen el flujo interno de la experiencia. En la práctica del Diálogo Consciente y Compasivo y de la Comunicación NoViolenta, “hacer duelo” se refiere a aceptar situaciones de la vida o interacciones que no resultaron como hubiéramos querido y que no atendieron necesidades universales. Si bien el término “duelo” puede referirse a la experiencia de perder a un ser querido, también puede significar permitirnos recibir nuestro dolor y desilusión en torno a un sueño que no se pudo realizar, una desconexión en un vínculo significativo, o el impacto físico o emocional de un accidente…
En la vida cotidiana, la conexión con el duelo puede verse como un momento en el que inhalas y te das cuenta de tu experiencia, y exhalas mientras relajas el cuerpo. Por ejemplo, al leer una noticia preocupante, puedes hacer una pausa para inspirar y recordar que sentirse triste es parte de la vida, y luego exhalar mientras relajas el cuerpo. O tal vez mires por la ventana en el trabajo y sientas una llamada a conectar con la naturaleza. Al inhalar, permites que el anhelo y la pena por no estar al aire libre se manifiesten en ese momento, y al exhalar relajas tu cuerpo. Estos pequeños momentos de duelo y aceptación liberan el flujo de la vida en ti, para que puedas volver a conectarte con tus valores y necesidades universales más fácilmente.
En el contexto de querer reconectar con la elección consciente, “hacer duelo” puede significar aceptar los límites de mi capacidad (física, económica, mental…) en un momento dado, que me impiden dar como me piden o como me gustaría.
Volviendo al ejemplo anterior de la mamá, podría significar tomar el tiempo y espacio para “hacer duelo” de que mis horarios de trabajo (algo que podría estar contribuyendo a mis necesidades de seguridad económica, propósito y/o autonomía, entre otras) interfieren en la posibilidad de llevar a mi peque a las clases de deporte que le interesan. En vez de responder un “no” automático o saltar a pedir ayuda de una amiga o permiso de mi trabajo para cumplir con su deseo y con mi identificación de “buena mamá”, puedo tomarme un momento para sentir mi pena, decepción o frustración de que mi situación actual no me apoya para acompañarle en esa actividad. Podría sentir cómo y dónde vive eso en mi cuerpo, describirlo (su forma, temperatura, movimiento…) y explorar las necesidades universales que subyacen ese sentir: contribución, aceptación (como mamá), compartir, conexión, libertad de elección… Me permitiría expresar mi dolor (en privado o con una persona que pueda ofrecerme empatía) para que sea escuchado y recibido. Luego podría identificar la necesidad principal que quisiera atender en esa situación e imaginar otras maneras de atenderla, recordando que existen abundantes estrategias para satisfacer cada necesidad. Eventualmente me vendrían nuevas ideas o podría llegar a tomar las mismas acciones (decirle a mi peque que no es factible en este momento que concurra a esas clases, pedir ayuda de una amiga o pedir permiso en mi trabajo), pero lo haría desde una energía más enraizada y con más acceso a mi elección consciente.
Centrar tu atención de manera consistente en aquello que se encuentra alineado con tus valores, y recibir cada momento con duelo y aceptación, permite que el flujo de la vida vaya hacia donde naturalmente se dirige... hacia el amor y la generosidad.
PRÁCTICA
Toma un tiempo esta semana para reflexionar en torno a las preguntas más arriba para desenredar tus acciones de las identidades que te asignaste, conscientemente o no, y volver a conectar con los valores desde los cuales quieres vivir.
En tu día a día, presta atención a notar si estás experimentando tensión o resentimiento mientras realizas alguna actividad. Toma una inhalación y una exhalación profunda mientras te enfocas en las necesidades o valores en los que quieres enraizarte con respecto de esa acción. Una vez que te conectes con esas necesidades o valores, pregúntate si quieres seguir con la actividad, si quieres hacerla de otra manera, en otro momento, o dejar de hacerla.
Para empezar a practicar el hacer duelo y la aceptación, cada vez que notes alguna tensión en ti, toma unos segundos o minutos para recibirla con amabilidad y sin resistencia, si te animas, explorando interiormente con qué sentimientos y necesidades universales se relaciona, sin buscar cambiar tu experiencia.