Ayuda para el ciclo de abrumarse y retraerse

Si experimentas a menudo la sensación de abrumarte y tiendes a retraerte frente al estrés, es probable que reconozcas una constelación de experiencias simultáneas. Entre ellas suelen figurar cierta ansiedad en torno a la sensación de seguridad y pertenencia, la tensión general del cuerpo, la sensibilidad a los estímulos del entorno, la timidez, el silencio frecuente y la valoración de la intimidad y el tiempo a solas.

Aunque sientes el impulso de retraerte, anhelas y valoras recibir una respuesta amable, atenta y cordial de parte de otras personas. En esas situaciones absorbes una confirmación explícita de que estás a salvo y de que perteneces. Desgraciadamente, cuando te quedas en el patrón reactivo del abrumarte y retraerte, lo que muestras habitualmente a las otras personas genera justo lo contrario de lo que anhelas.

Efectivamente, patrones reactivos como éste son estrategias que desarrollamos en la infancia para protegernos frente a entornos poco amigables, y aunque nos sirvieron en ese momento para nuestra supervivencia física y emocional, llegando a la edad adulta muchas veces tienden a bloquear justamente lo que más anhelamos y necesitamos.

En este caso, si la sensación de abrumarte y retraerte ha sido un patrón habitual en tu vida, es probable que tengas hábitos de expresión que otras personas consideren poco atractivos. Por ejemplo poner los ojos en blanco y la mirada fría, presentar una boca que hace una línea recta y apretada, un rostro inmóvil y carente de expresión o animación, y una postura corporal rígida y retraída, a menudo con los brazos y las piernas cruzados o las manos en los bolsillos.

Este tipo de expresión facial y corporal suele ser interpretada por las demás personas imaginando que:

  • No quieres relacionarte con nadie y prefieres que te dejen en paz

  • Les costará mucho trabajo conectar contigo

  • No se divertirán contigo como les gustaría

  • Te crees mejor que las otras personas

  • No quieres unirte al grupo

  • Preferirías estar en otro lugar.

Al actuar de acuerdo con estas interpretaciones, es más probable que las personas se olviden de ti, te ignoren o te eviten. Cuando esto sucede, crees y confirmas la idea de que no perteneces al mundo, que el mundo no es un lugar seguro para ser tú y que es mejor retraerse.

Si esto te resuena, puedes sentir dolor al tomar consciencia de una estrategia automática que estuvo bloqueando lo que más estuviste buscando. Tomate el tiempo que necesites para estar con tu experiencia con empatía o pide acompañamiento de una persona que pueda ofrecerte escucha empática para procesarlo. 

Si quieres tomar pasos hacia la sanación de esas estrategias que ya no te aportan, verás que, como cualquier patrón reactivo crónico, la transformación se logra a través de diferentes vías de curación y apoyo. Profundizamos en este tema en nuestro curso sobre reactividad crónica, quizás al momento en que estás leyendo esto ya esté disponible en la plataforma de cursos pregrabados. Para nuestro propósito aquí, veamos tres intervenciones simples con las que puedes experimentar unos primeros pasos.

En primer lugar, toma consciencia de tu cuerpo y practica otra expresión facial y postura corporal. Invítate a suavizar tu rostro, a relajarte y abrir tu postura y tu energía. Busca algo que te ayude a encontrar una sonrisa; tal vez un recuerdo feliz o una persona amistosa. Identifica situaciones o personas con las que sientas la confianza de poder empezar a practicar esas nuevas expresiones y posturas sin abrumarte.

En segundo lugar, anticipa las situaciones en las que es más probable que se desencadene en ti la reacción de abrumarte y retraerte. Cuando te encuentres en esas situaciones, un primer paso puede ser observarte y notar el impulso a retraerte, con compasión y amabilidad. Quédate un momento observando sin juzgarte y aplica una estrategia de autorregulación, como ser enfocarte en uno de tus 5 sentidos durante un minuto completo. Una vez que sientas que el impulso de retirar tu presencia comienza a bajar en intensidad, intenta algún modo de entrar en relación con las personas.. El compromiso puede ser tan sencillo como establecer contacto visual, sonreír, caminar hacia las personas, saludarles y sentarte en una postura abierta sin las piernas ni los brazos cruzados. Identifica una opción que te parezca más accesible y busca algo que te sirva de recordatorio (una nota en tu agenda, un alarma en el celular, etc.) antes de ingresar a esas situaciones o al iniciar cada día.  

En tercer lugar, habla de tu experiencia tan a menudo como puedas. Haz saber a las personas que te estás abrumando, y que aún así quieres conectar y que te alegra estar ahí. Sólo con expresar una pequeña parte de lo que es verdad para ti y lo que quieres o disfrutas, puedes crear un puente entre tú y las personas que te rodean e interrumpir el patrón reactivo. Te invitamos a tomar unos instantes para reflexionar y sentir  qué podrías compartir sobre tu experiencia, para que sea más accesible hacerlo en el momento.


PRÁCTICA

Si el agobio y el retraimiento son un patrón reactivo habitual en ti, elige una de las tres intervenciones mencionadas arriba para practicar esta semana. Si este patrón describe a alguien que conoces, busca un momento esta semana para ofrecerle una frase o un gesto de bienvenida, amable y acogedor, soltando tu interpretación habitual de su expresión facial o corporal.