¿Es útil analizar las necesidades?

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En la conciencia del Diálogo Consciente y Compasivo, decimos que todas las personas tienen las mismas necesidades universales. Sin embargo, existe una variedad infinita en la forma en que cada individuo prefiere que se satisfaga una necesidad. La necesidad de amor de una persona, por ejemplo, puede atenderse fácilmente escuchando aprecio verbal, mientras que tu necesidad de amor puede satisfacerse más fácilmente recibiendo ayuda con las tareas de la vida cotidiana, y otra persona la llenará más espontáneamente con afecto físico. No necesitas saber por qué le funciona a alguien esa estrategia para satisfacer sus necesidades. Esto forma parte de la sencillez de aprender a amar desde una conciencia atenta y compasiva.

Cuando haces algo que no satisface una necesidad de alguien, incluso cuando tu intención haya sido contribuir a su bienestar, puedes sentir la tentación de analizar todas las razones por las que tus acciones no funcionaron para esa persona. La mente que quiere analizar los problemas de alguien buceando en la historia de su infancia, y tu razonamiento, podría conducirte a la estrategia trágica de encontrar defectos en la otra persona para demostrar tu propia valía o defender tu buena intención... Incluso un análisis con el deseo de ayudar a la otra persona rara vez conduce a una mayor conexión, especialmente en momentos de conflicto. Dicho análisis podría conducir a una mentalidad de «comparación» encubierta y/o utilizarse para invalidar la experiencia de la otra persona.  

Por supuesto, comprender la historia de otra persona y cómo se manifiesta en el momento presente a través de sus sensibilidades y preferencias para atender las distintas necesidades puede ser útil de algún modo. Idealmente, cuando existe cierto nivel de confianza en una relación, esta información se ofrece libremente como una forma de compartir intimidad. Es de esperar que este intercambio conduzca a una mayor compasión y sintonía sutil.   

Por ejemplo, imagina que estás con una persona cercana a ti y le preguntas dos veces si pueden comer en la mesa de la cocina en vez de hacerlo en el comedor o en el jardín. Al principio no te contesta y luego expresa su irritación por «sentir presión» para hacer las cosas a tu manera. Tal vez reacciones diciendo que no has hecho nada «para merecer» esa irritación y acusación. Pero si en algún momento esta persona te dice que no quiere comer en la mesa de la cocina porque ese fue el contexto más habitual de tensión y violencia familiar en su infancia, de repente comienzas a ver las cosas de otra manera y probablemente puedes acceder con mayor facilidad a la compasión. Comprenderás que no se trata de que hayas cometido un error al pedirle que se sentara a la mesa y que su necesidad insatisfecha de elección no es una crítica hacia ti ni hacia tu pedido.

Sin embargo, otras veces la otra persona no facilitará esa información vulnerable sobre su historia de antemano así que no necesariamente tendrás ese recurso a disposición para mantener la conexión. El recurso al que sí podrás acceder en cualquier situación, a diferencia de un análisis, es la exploración (interior o en voz alta) de sus posibles necesidades universales, o lo que es importante para ella en esa situación.  

Cuando notas que algo que ofreces o dices no funciona para otra persona, ofrecer empatía (como ser una suposición sobre qué sentimientos y necesidades están presentes) no sólo es un regalo para ella, sino también para ti. Ofrecer empatía puede ayudarte a abandonar el hábito de tomarte las cosas como algo personal y luego culpar a la otra persona. Además te puede facilitar el conectar con la humanidad de la otra persona y ella muchas veces podrá percibir y valorar tu esfuerzo e intención de entenderla mejor.

En el ejemplo de arriba, sin conocer la historia de la persona en torno a la mesa de la cocina, igual podrías responder a su comentario sobre “sentir presión” con suposiciones empáticas, preguntándole por ejemplo si es importante para ella poder elegir el lugar donde se come, o si valora mucho la posibilidad de comer afuera por su necesidad de belleza o conexión con la naturaleza... Ese intento de entender mejor lo que la mueve, facilitará no solo la reconexión con ella, sino también la reconexión con la compasión innata de tu corazón.

La vida es mucho más fácil cuando percibes que el comportamiento de otra persona tiene que ver con sus sentimientos y necesidades y no contigo. He aquí algunos «mantras» que pueden ayudarte a recordar esto en un momento difícil:

  • Sé que mis intenciones son buenas. Hago lo mejor que puedo en cada momento.

  • Puedo tomar responsabilidad sobre mis palabras y acciones y a la vez no es necesario que me defienda, no se trata de mí.

  • Siento tristeza de que mi intento de contribuir no fue recibido, y también puedo aceptar que eso tiene que ver con sus necesidades y preferencias y no invalida mi intención.

  • Parece que lo que dije o hice fue un estímulo para esta persona, y a la vez, sé que su reacción tiene que ver con algo que es importante para ella. 

  • ¿Qué siente y necesita esta persona cuando reacciona así?

  • Puedo estar bien incluso cuando esta persona está enojada.


PRÁCTICA

La próxima vez que algo que haces u ofreces no satisfaga las necesidades de otra persona, prueba utilizar uno de estos mantras para recordarte que su malestar no se trata de ti, y luego invítate a experimentar curiosidad por cuáles podrían ser sus necesidades en ese contexto y qué sí las satisfacería y podrías hacer de otra manera. 

Ofrecer empatía hacia la otra persona cada vez que surja una reacción inesperada te ayudará a conectar con sus necesidades y recordar que hay espacio para una infinita variedad de estrategias para atender cualquier necesidad. En ese contexto, podrás aceptar que si alguna estrategia tuya no es recibida como esperabas, existen otras que pueden llegar más fácilmente, y explorarlas junto con esa persona.