Cómo la vergüenza obstaculiza las peticiones claras

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Si has estado practicando hacer pedidos desde la conciencia del Diálogo Consciente y Compasivo (o de la Comunicación NoViolenta), es probable que encuentres esta destreza bastante desafiante. Las personas que participan de nuestros talleres a menudo nos dicen que expresar pedidos es la habilidad más difícil de integrar. Una de las razones de esta dificultad es el surgimiento de sentimientos de vergüenza frente a los propios sentimientos y necesidades.

La mayoría de las personas crecimos en entornos en los que la relación con los sentimientos, las necesidades y los pedidos concretos se modelaba de una de las tres siguientes maneras :

  • Los sentimientos y las necesidades no se expresaban ni se hablaban. Se exiliaban. Había un acuerdo tácito de “no hacer olas”, sino simplemente seguir la corriente y mantener la “armonía” a toda costa.

  • Algunos sentimientos y necesidades específicas se permitían en ciertos momentos o quizás sólo para ciertos miembros de la familia, mientras que otros sentimientos o necesidades eran recibidos con vergüenza, desestima y menosprecio.

  • Los sentimientos y las necesidades se hablaban, se gritaban y se mezclaban en una confusa maraña de reproches, culpas y enredos emocionales.

Experiencias como éstas te pueden dejar experimentando incertidumbre sobre la validez de los sentimientos y necesidades y sobre quién es responsable de qué en cada situación dada. Este tipo de condicionamientos suele desencadenar vergüenza en relación a los sentimientos y las necesidades. 

La vergüenza suele funcionar a un nivel inconsciente. Es una voz en segundo plano que te dice que algo va mal contigo y con tu experiencia, de tus sentimientos y necesidades por ejemplo, o que, de alguna manera, algo en ti está roto y por eso tu experiencia es diferente a la de las otras personas. Tomando en cuenta que, sin apoyo, la vergüenza puede ser muy debilitante, es probable que hayas estado buscando diferentes maneras de alejarte de ella internamente.

Uno de los caminos más comunes para alejarse de la vergüenza es defenderse o criticar a las demás personas. La actitud defensiva y la crítica alejan la atención de los sentimientos y necesidades auténticas y de la vergüenza que puede surgir con ellos, a la vez que permiten una expresión indirecta y limitada de la propia experiencia. Junto con esto viene la creencia limitante e ineficaz de que si demuestras que tienes razón o que la otra persona está equivocada, tus sentimientos y necesidades serán validados.  

Tanto la vergüenza como el impulso de alejarse de ella dificultan expresar y escuchar los pedidos. Sin la confianza de que tus necesidades son válidas, sueles expresar tus peticiones con un tono defensivo o crítico. Y, cuando escuchas peticiones de las demás personas, es más probable que oigas exigencias o críticas. 

Para dar un ejemplo, si has internalizado desde temprano que no tienes derecho a sentir ni a tener necesidades, es más probable que en lugar de estar realizando verdaderos pedidos te encuentres expresando críticas veladas o “indirectas”. Por ejemplo, podrías encontrarte diciendo algo como “nadie ha lavado los platos aún”, con resentimiento y molestia y la esperanza de que alguien se ponga a lavarlos, sin acceder a los recursos internos que se requieren para pedir de manera directa la realización de esa tarea del hogar como expresión por ejemplo de colaboración mutua y equidad, lo que resulta más vulnerable, y además conlleva el riesgo de recibir un “no” como respuesta.

A la vez, considerando la vulnerabilidad que puede existir detrás de una simple petición, te animamos a tenerte compasión y sentirla también hacia otras personas cuando se encuentran con la dificultad de esta sutil práctica.

Los verdaderos pedidos desde los marcos del Diálogo Consciente y Compasivo y la Comunicación NoViolenta, no sólo requieren la valentía y la confianza de afirmar la validez de tus sentimientos y necesidades, sino también cierto acceso a tu creatividad y a tu capacidad de negociación. No es poca cosa aprender y empezar a expresar de forma directa tu experiencia centrándote en tus sentimientos, necesidades y peticiones concretas.  

Encontrar el valor y la confianza para hacer verdaderas peticiones también requiere el apoyo de quienes pueden acoger de manera consistente tu vulnerabilidad y así crear un espacio para sacar la vergüenza a la luz, el único lugar donde puede ser sanada. Las personas que pueden estar realmente presentes ante la vulnerabilidad tienden a establecer límites claros y directos, a dedicarse con regularidad al autocuidado, a ofrecer más empatía que consejos y a escuchar más que hablar. También son capaces de compartir su propia vulnerabilidad en un contexto que la honra y la contiene.

En los encuentros con esas personas, puedes dar pasos para disolver la vergüenza compartiendo pequeños fragmentos de vulnerabilidad cada vez y asimilando conscientemente la nueva experiencia de que te reciban con atención y cuidado. Podrás notar que el hecho de captar el impulso de defender tus sentimientos y necesidades o criticar a alguien más, y en ese momento hacer una pausa para concentrarte en una inhalación y exhalación completa, observando ese impulso hasta que desaparezca, te ayudará a interrumpir el ciclo de la vergüenza. A medida que tu relación con los sentimientos y las necesidades se convierta en una relación de aceptación y acogida, descubrirás que las peticiones se convierten en una parte sencilla y accesible de la vida cotidiana.


PRÁCTICA

Tómate un momento ahora para celebrar los lugares de tu conciencia que están libres de vergüenza, nombrando tres peticiones verdaderas que hayas hecho con facilidad recientemente.

Para ir avanzando hacia disolver la vergüenza paso a paso, también puedes reflexionar ahora sobre qué personas en tu entorno tendrían la capacidad para recibir y acoger tu vulnerabilidad mientras vas construyendo tu propia confianza y coraje para expresar tus sentimientos, necesidades y pedidos. Una vez identificada una persona, puedes proponerte compartir con ella algo de tu vulnerabilidad la próxima vez que notes algo de vergüenza en torno a tu experiencia interna. Y si en este momento no identificas una persona, puedes buscar una pareja de práctica y/o empezar el proceso escribiendo en tu diario.