Autenticidad y acuerdos implícitos en la familia de origen
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En tu familia de origen, creciste con una serie de acuerdos implícitos sobre qué compartir, cómo comunicarte, qué mantener oculto y cómo comportarte. Ahora, como persona adulta, muchas cosas han cambiado. Tu capacidad para elegir vivir según tus valores sigue evolucionando a medida que desarrollas una vida más auténtica y expansiva. Y ahora anhelas llevar este «yo» actual a la familia en la que te has criado. Porque sabes que cuando puedes mostrarte más plenamente en su compañía, disfrutas más y abres espacio para cambios en la dinámica familiar.
Veamos tres cosas que puedes tener en cuenta cuando te propongas vivir tu nuevo “yo” en el contexto de tu familia de origen:
1. Identificar claramente los acuerdos implícitos limitantes
2. Identificar lo que te gustaría hacer en su lugar
3. Propiciar situaciones que favorezcan una nueva forma de interactuar.
1. Identificar claramente los acuerdos implícitos limitantes
Repasa una reunión familiar reciente, un aniversario importante ya sea de una celebración o de un fallecimiento en la familia, un cumpleaños o algún otro acontecimiento vital. ¿Qué acuerdos implícitos operaban entre ustedes en esa situación? Dependiendo de sobre qué estés reflexionando, las siguientes preguntas podrían ayudarte a localizar los acuerdos implícitos limitantes:
¿Qué conversaciones son habituales o típicas?
¿De qué creencias o valores surgen estas conversaciones?
¿Qué temas o formas de expresarse se evitan?
¿Qué estrategias se utilizan para mantener la armonía o la comodidad?
¿Te parece conocido alguno de los siguientes acuerdos familiares implícitos que limitan?
Evitaremos cualquier tema que pueda provocar tristeza o angustia;
Expresaremos nuestra autocrítica en voz alta para no parecer mejores que las otras personas;
Al contrario, exaltaremos nuestros logros y nos compararemos con otras personas para “sentirnos mejor”;
Cambiaremos de tema si surge algo delicado;
Evitaremos cualquier tema sobre el cual sabemos o intuimos que no estamos de acuerdo;
Nos centraremos en un miembro concreto de la familia e intentaremos ayudarle a mejorar o a ponerse las pilas dándole nuestra opinión o consejos no solicitados;
Evitaremos o nos alejaremos de los miembros de la familia con quienes tenemos conflictos no resueltos para “mantener la armonía”;
Nos quejaremos o burlaremos de algo o de alguien como forma de conectar;
Diremos las cosas que nos molestan en cualquier momento sin importar la forma, para expresarnos con “sinceridad”, sabiendo que puede causar una “explosión” y que eventualmente las cosas volverán a calmarse;
Retomaremos temas recurrentes sobre cosas que creemos que deberíamos hacer, como adelgazar, trabajar más, cuidar mejor nuestra salud, ser más compasivos, etc.
2. Identificar lo que te gustaría hacer en su lugar
A partir de los hábitos y acuerdos limitantes que has identificado, establece tu intención de hacer algo diferente en la próxima reunión familiar. Puede ser algo muy sencillo. Por ejemplo, tal vez te propongas compartir una queja sólo si también puedes compartir la acción que vas a emprender con respecto a esa situación.
O tal vez te enfrentes a un reto más difícil, como la forma de expresar la emoción en tu familia. Por ejemplo, imaginemos que se cumple un año del fallecimiento de tu padre y observas que ninguno de tus familiares lo nombra. Quizá te arriesgues a ser tú quien lo nombre y exprese su dolor de algún modo. Decides por ejemplo compartir con tus familiares cómo estás llevando tu duelo. Evitar expresar ciertas emociones suele deberse a la falta de claridad sobre cómo estar presente con ellas sin caer en la reactividad. Puedes modelar una nueva forma de estar con las emociones para tu familia.
3. Propiciar situaciones que favorezcan una nueva forma de interactuar
Cuando interactúas con tu familia en el mismo tipo de entorno y realizando la misma actividad a lo largo de los años, éstos se convierten en estímulos para relacionarse de la forma habitual. Encontrar con creatividad nuevas formas de compartir el tiempo puede facilitar modos distintos de relacionarse y compartir partes tuyas que, de otro modo, tu familia no conocería o no vería. Aunque te imagines que todo el mundo dirá «no», arriésgate a proponer algo nuevo. Por ejemplo, si tu familia suele realizar muchas actividades de distracción afuera, puedes proponer una tarde de juegos de mesa o armar un rompecabezas en casa. O por el contrario si tu familia suele quedarse adentro, puedes proponer una caminata o salida a una plaza o un parque.
Independientemente de lo mucho que tengas en común o te lleves bien con tu familia de origen, existe un vínculo que pide ser cultivado y/o sanado, ya sea directa o indirectamente. Y aunque no siempre lo parezca, cada miembro de la familia desea experimentar la satisfacción de pertenecer y descansar en un nivel de autenticidad y aceptación que esté disponible para todas las personas.
PRÁCTICA
Tómate un momento ahora e identifica algunos acuerdos implícitos limitantes en tu familia y lo que quieres hacer de forma diferente la próxima vez que interactúes en una reunión familiar o te estés relacionando con alguna persona de tu familia de origen.