Ayuda para la necesidad delicada de inclusión

Estás deseando reunirte con una amiga para salir a correr relajadamente y mantener una buena conversación. Y cuando llegas, ves que ella ha traído a otra amiga más. Te dices internamente que deberías alegrarte de incluir a otras personas y actúas como si no pasara nada. Entonces notas que ellas dos empiezan a correr a un ritmo un poco rápido para ti y empiezan a hablar de un proyecto en el que están trabajando juntas y en el que tú no participas. 

De pronto, te invade un mal humor y empiezas a pensar que tu cuerpo no está hecho para ese ritmo mientras que llegas a preguntarte qué estás haciendo ahí. Te escuchas a ti misme pensando: “No debería estar moleste”, “Debería poder correr a otro ritmo, no es gran cosa”,  “Me cae bien esta otra amiga, debería alegrarme de verla”, “No debería ser tan infantil” , “Debería ser más flexible”. Esta cascada de pensamientos sobre lo que “deberías” hacer te impide notar tu anhelo de inclusión.

La confianza en que eres incluide, amade y aceptade como las demás personas es algo básico para tener una auténtica sensación de bienestar. Si durante tu infancia no tuviste esta experiencia, es posible que tu sentido de la inclusión sea algo frágil. Frente a este tipo de heridas la mayoría de las personas elige una o dos estrategias básicas para tratar de “ganarse” la inclusión y aliviar el dolor de sentirse excluidas. A la primera de estas estrategias podríamos llamarle “laboriosa” o “sobreexigida” y a la segunda podríamos llamarla “intensificadora” o “deslumbrante”.

  • La estrategia trágica de ponerse laboriose o sobreexigirse

Si creciste en una familia o comunidad en la que se te prestaba atención positiva principalmente cuando demostrabas alguna habilidad o capacidad especial o cuando lograbas algo que las otras personas consideraban superior, es posible que hayas adoptado la estrategia de centrarte en los logros o en trabajar duro excluyendo la atención y el cuidado de otras necesidades.

Aunque no podías expresarlo en palabras cuando tenías cuatro años, el mensaje que recibías era algo así como: "Debes ganarte mi amor y mi atención". Si te encuentras atrapade en la estrategia del rendimiento excesivo, puede que notes que te resulta difícil tomarte tiempo libre, relajarte, disfrutar del momento presente, y que estás constantemente mirando hacia el siguiente proyecto con la esperanza inconsciente de ganarte el amor incondicional.

  • La estrategia trágica de intensificar o deslumbrar

Por otro lado, si en tu familia o tu comunidad parecían prestarte más atención cuando estabas en crisis, experimentabas emociones intensas o les deslumbrabas con tu apariencia o tu talento para entretener, es posible que hayas desarrollado otra estrategia para atraer la atención: el hábito de intensificar la emoción y presentarte de una forma excepcionalmente bella o atractiva. Si adoptaste esta estrategia, es posible que a menudo te digan que eres demasiado “dramático”. Pero, por supuesto, a ti no te lo parece, porque la expresión de la exageración se ha vuelto tan habitual que te parece inevitable y lo ves como una parte intrínseca y auténtica de quien eres. Detrás de esta estrategia inconsciente, hay una creencia limitante que suena más o menos así: "Si no grito o me presento de una manera muy especial, nadie notará mi presencia, no me verán ni me prestarán atención".

Entremezcladas con estas dos estrategias primarias de búsqueda de logros o intensificación, puede que también intentes evitar el dolor de ser excluido excluyéndote a ti misme primero. Esto puede incluir: irse de una reunión más temprano, cerrarse internamente, rechazar invitaciones para reunirse con otres o aislarse basándose en la suposición de que realmente "no te quieren". Todo esto, por supuesto, actúa como profecías autocumplidas.

Cualquiera de estas estrategias bloquea la posibilidad de escuchar el mensaje fundamental que tan desesperadamente necesitas integrar: tienes derecho a ser amade y aceptade por el sólo hecho de haber nacido. Y aunque de niñe no tenías las habilidades y el poder para darte cuenta de esto y declararlo abiertamente, puedes hacerlo ahora con el apoyo de las personas que te quieren. 

Empieza por ser capaz de darte cuenta de cuándo entras en la zona de la herida, ese estado de trance en que te dices a ti misme: "estoy excluide". Puedes prestar atención a las cosas que a este estado de trance le gusta decir, como: "No sé qué estoy haciendo acá"  "Esta no es mi gente".  "Tengo que irme, tengo cosas que hacer".  "No puedo permitirme perder el tiempo".  "Simplemente no pertenezco a este grupo."  "No les caigo bien". "No están a mi nivel, estoy por encima de ellos".También puedes estar atento a los impulsos de abandonar una reunión antes de tiempo, de presumir de tus logros, de hacer más esfuerzo del necesario o de intensificar las emociones repitiéndote a ti misme una historia particular.

Cuando descubras que estás entrandpo en una de estas estrategias inconscientes, empieza por hacer una pausa y ofrecerte compasión. Esto significa ofrecer una sensación de cuidado y calidez a las partes de ti que sienten dolor o miedo. Puedes hacerlo ofreciéndote un autocontacto suave o hablando con esas partes internas. Recuérdate a ti misme que estas estrategias trágicas fueron diseñadas en la niñez para protegerte y apoyarte, en una época en que tenías muy pocas herramientas. 

Y puedes hacer cosas en el momento para salir del trance y avanzar hacia la confianza de que estás incluide y eres bienvenide. En el ejemplo anterior sobre salir a correr con una amiga, partiendo de la base de que estás incluide, puedes pedir ir más despacio y hablar de algo que les tres tengan en común. Cuando no hay reactividad presente, encuentras de forma natural maneras de incluirte y conectar con los demás personas. 

Desde ya que lo que lleva más trabajo es partir de la base de que eres aceptade y bienvenide. Si bien es un camino de sanación sutil y complejo, hay algunas prácticas básicas que pueden ser útiles. Por debajo de todas ellas hay, desde luego, un sentido de la compasión hacia ti misme. 

  • Permite que otras personas te apoyen en los momentos en que crees que has fallado o fracasado.

  • Suelta el esfuerzo por conseguir o crear algo en particular con ciertos grupos o en situaciones determinadas. 

  • Practica relajarte y disfrutar del momento; comienza por los pequeños placeres como un atardecer, un abrazo o un pedacito de chocolate. 

  • Permítete seguir a otras personas en lugar de dirigir o liderar.

  • Pide a otras personas que te expresen de qué formas eres importante para ellas. 

  • Dales a las otras personas la oportunidad de quererte en los momentos en que no estás haciendo nada en especial, cuando no estás siendo especial ni mostrándote con ninguna apariencia en particular. 

  • Elige estar en grupos que tienen la capacidad emocional de expresar directamente el afecto y el cariño y de permanecer presentes ante las dificultades. 

  • Concéntrate en tus similitudes con las otras personas en lugar de en tus diferencias. 

  • Repítete para tus adentros que eres aceptade, bienvenide o incluide cuando te sientas ansiose acerca de esto. 

  • Invítate a permanecer presente aún cuando sientas el impulso de irte o cerrarte.

  • Actúa como si tuvieras la certeza de que las otras personas quieren que estés allí, aún cuando temas lo contrario. 

  • Contribuye para que otras personas se sientan incluidas.


PRÁCTICA

Tómate un momento y observa si hay alguna situación concreta en tu vida actual en la que el estado de trance de la exclusión aparezca de manera evidente. Elige una o dos de las prácticas anteriores para usarlas la próxima vez que estés en esa situación. Si ahora mismo te parece que eso será imposible, puedes practicar por adelantado: visualiza la situación, recréala o escribe un diario sobre ella; observa dónde puedes hacer una pausa y elegir algo diferente de lo habitual para ayudarte a salir del estado de trance.