Ofreciendo presencia a los miedos repetitivos
Esta Joya de Conexión está disponible en formato audio
Cuando escuchamos a alguien expresar miedo o preocupación, es natural querer ofrecerle tranquilidad. Queremos ayudar a esa persona a relajarse y sentirse segura. Con un tono reconfortante, le compartimos información que esperamos le brinde alivio. Esto suele ser eficaz y nos alegra ver que la otra persona lo asimila y se relaja.
A veces, sin embargo, la otra persona no puede recibir nuestro regalo de tranquilidad. Recientemente, una estudiante compartió una historia sobre el cuidado de su madre anciana. La estudiante se encontró ofreciendo la misma tranquilidad varias veces en el espacio de cinco minutos. Su mamá repetía el mismo miedo una y otra vez. Como nos podemos imaginar, en la quinta repetición, la tranquilidad ofrecida contenía una buena cantidad de irritación.
El miedo y la preocupación pueden convertirse en un hábito mental y emocional más que en una respuesta a un evento en particular. En este caso, ofrecer tranquilidad puede ser recibido como una negación de la experiencia de la otra persona o un intento de encubrir la verdad. Entonces, esta percepción puede provocar más miedo.
Puede ser útil recordar y practicar tres cosas cuando queremos contribuir con alguien atrapado en miedos repetitivos:
Primero, la autoempatía es esencial. Con calidez y curiosidad tomamos conciencia de nuestra experiencia. Por ejemplo, cuando vemos a un ser querido atrapade en un miedo repetitivo, es probable que sintamos tristeza y quizás irritación porque deseamos contribuir a una sensación de alivio y paz, pero no podemos proporcionarlo. Ocuparnos de esa experiencia con compasión respalda nuestra capacidad de permanecer conscientes en esta situación estresante.
En segundo lugar, es importante darnos cuenta de si hemos sido atrapados por la idea de que tenemos que sacar a esta persona del miedo. Cuando consideramos que es nuestro trabajo cambiar el estado emocional o el proceso de pensamiento de otra persona, nos encaminamos hacia la frustración y probablemente nos encontremos empujando y tirando de la otra persona, energéticamente y verbalmente, como si estuviéramos en un combate de lucha libre. Tomemos tiempo para aceptar el duelo por lo que desearíamos que fuera y no es. Recordemos que nuestro amor y nuestras plegarias son el regalo más importante.
Por último, la presencia empática es una medicina poderosa. Un simple contacto empático o suposiciones empáticas como: "Sí, escucho que estás muy preocupado". "¿Te asusta, no…?". "¿Supongo que es difícil sentirse tan preocupado por esto?" "¿Desearías poder confiar en esto?" "¿Parece que te gustaría saber que estás a salvo?" La presencia empática no hace que el miedo o los patrones de pensamiento repetitivos desaparezcan. Simplemente le brinda a la persona la calidez de la compañía en un momento difícil.
La próxima vez que ofrezcamos tranquilidad a alguien, prestemos mucha atención al efecto en la otra persona. Podemos preguntar: "¿Fue de ayuda escuchar eso?" Si no lo fue, podemos preguntar: "¿Qué te ayudaría con eso?" Si no saben qué sería de ayuda, simplemente ofrezcamos empatía, primero a nosotres mismes y luego a nuestro ser querido.
Práctica
Tomémonos un momento ahora para considerar nuestras relaciones. ¿Tenemos la tendencia de tomar como si dependiera de nosotres cambiarlos? Si es así, tomemos un momento y conectemos con nuestros propios sentimientos y necesidades que surgen en esta relación. Identifiquemos qué sería útil para permitirnos soltar nuestro objetivo con esta persona y poder relajarnos en una presencia empática.