Diálogo Consciente y Compasivo

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Cómo hacer que un "gracias" se transforme en una celebración

La palabra “gracias” puede ser muy significativa para las personas y aun así, como tantas otras expresiones bienintencionadas, también puede usarse de formas erróneas (como cuando se le insiste a une niñe que diga “gracias” en situaciones en que no siente genuino decirlo). En un sentido más amplio, debido a los condicionamientos culturales, pasa algo parecido con la valoración. En lugar de una celebración de necesidades satisfechas, con frecuencia se la usa como parte de un sistema de recompensas y castigos. Vista así, la valoración puede inspirar desconfianza. 

Por otro lado, la valoración suele confundirse con el acto de elogiar. Tal vez lo hayas notado en tus propias expresiones de celebración, por ejemplo, cuando quisiste brindar valoración y dijiste algo como: “¡Qué increíble!” o “¡Eres un gran cocinero!”. Es común encontrarse con que los elogios generan respuestas poco satisfactorias, por ejemplo: “No es nada” o “No, no soy tan buen cocinero”, y esto nos trae un sentimiento de decepción porque nuestra valoración no es escuchada ni recibida de la manera que esperamos. 

Desde la conciencia del Diálogo Consciente y Compasivo (DCC), tanto la valoración como la gratitud pueden expresarse de una manera específica que ayuda a la conexión. Esta práctica puede ser extremadamente poderosa, sienta las bases para que las relaciones sean colaborativas y se llenen de vida; nos permite ser más conscientes de lo que contribuye a la vida e incluso invita a nuestro cerebro a dejar de lado los sesgos negativos habituales. 

En DCC ofrecer reconocimiento no tiene que ver con decirle a alguien lo “grandiose” que es, ni con evaluar una experiencia como “increíble”, “genial” o “excelente”. Se trata más bien de compartir nuestra experiencia personal sobre lo sucedido y lo que significa para nosotres. El acto de decir “gracias” revela lo que está en nuestro corazón y ofrece a las otras personas el regalo de saber lo que contribuye con nuestra vida. Es una forma de expresión honesta que identifica acciones o comportamientos específicos y las necesidades que se satisfacen con ellos. 

Aquí hay un ejemplo de una situación en que el acto de trascender la palabra “gracias” no solo cambió mi experiencia, sino que además le permitió a la otra persona participar de la celebración. 

En una oportunidad en que se nos averió el auto, mi pareja y yo quedamos varades en medio de una ruta entre dos ciudades. Llevábamos con nosotres al perro y al gato. Entonces, un hombre se detuvo y se ofreció a ayudarnos: nos llevó a les cuatro en su auto hasta su casa, donde nos prestó el teléfono y, además, desde ahí nos llevó a una agencia para alquilar un auto. Yo dije la palabra “gracias” varias veces y, al momento de despedirnos, quise expresar mi gratitud a la manera de DCC. Le dije: “su ayuda el día de hoy me devuelve la fe en la humanidad”. El hombre se iluminó y dejó que mis palabras le llegaran; me dijo que era una de las mejores cosas que había escuchado en su vida. Mi expresión le había ayudado a conectar con su propia necesidad de contribuir con la vida de manera significativa.

Cuando te sientas feliz o agradecide por algo que alguien hizo, tu forma de decir “gracias” puede ganar más conexión si tomas un momento para reflexionar sobre tu experiencia. ¿Cuál fue exactamente el impacto que tuvo en ti? O también puedes preguntarte por las necesidades que quedaron satisfechas. Por ejemplo, si fuiste a una presentación y la disfrutaste, puedes decirle al orador: "Gracias por su presentación. La historia que relató sobre su abuela contribuyó al entendimiento de mi propia famila. Siento alivio de tener esa claridad ahora.”

Como verás, no son más que tres oraciones cortas. Sólo se necesitan unas pocas palabras para revelar nuestra experiencia de esta manera más sutil. De esta manera ofreces claridad a la otra persona sobre el modo en que contribuyeron contigo y al mismo tiempo facilitas la aceptación de la valoración dejando de lado los elogios. 

Marshall Rosenberg, el fundador de la Comunicación No Violenta, decía que una vez satisfechas las necesidades básicas corporales, las dos necesidades humanas más importantes son la autonomía y contribuir significativamente con la vida. 

Cuando dices “gracias” nombrando específicamente lo que alguien hizo y las necesidades que se vieron satisfechas para ti, estás ayudando a que otres satisfagan su necesidad de contribución y a que puedan celebrar con gratitud. Además, estás reentrenando tu cerebro para que se enfoque más a menudo en lo que funciona, permitiendo así que las relaciones sean más prósperas, tanto contigo misme como con las otras personas.


PRÁCTICA

Dedica un tiempo cada día, durante un período determinado (una semana, un mes, o algo así), para escribir entre cinco y diez cosas que hayas valorado en tu día identificando momentos o acciones puntuales y las necesidades que se vieron satisfechas allí. Si no te atrae demasiado escribir en un diario, también funciona hacer una reflexión silenciosa, decirlo en voz alta o compartirlo con una pareja de práctica. Es un buen momento para incluir la autovaloración en tu práctica: celebrar las decisiones que tú misme has tomado y que también han satisfecho necesidades. 

Luego, revisa la lista y elige una o dos personas que contribuyeron para satisfacer esas necesidades ese día y a las que te gustaría expresar tu gratitud. Cuando lo hagas, recuerda nombrar la acción o las palabras concretas así como las necesidades que estás celebrando que se cubrieron.  

En la vida cotidiana, la próxima vez que quieras expresar gratitud y valoración, cuéntale a la otra persona las necesidades que quedaron satisfechas para ti, y lo que concretamente hicieron o dijeron que contribuyó para eso. Si te descubres comenzando una frase con un “gracias” automático o con un juicio positivo, recuerda: ¡no es demasiado tarde! Puedes clarificar tus palabras agregando expresiones de valoración al estilo del DCC.